Eva
Francisca Ortiz - Mayo 2007
HUMILDAD
Y DISPONIBILIDAD – CAMINOS
DE LA PAZ
Cuando comencé este trabajo de investigar sobre paz interior
y buscar información en Internet como un primer paso, no
sabía que iba a obtener tanta información, en primer
lugar, y si bien sabía que este proceso iba a pasar por
mí antes que nada, no sabía hasta qué punto.
Los místicos, en su mayoría han pasado una y otra
vez por lo que algunos llaman desierto, sequía, períodos
en los que el espíritu pareciera hacer silencio y no tiene
nada para dar. Teresa de Ávila va ha decir que estuvo veinte
años sin sentir nada. En este punto, es donde se empieza
a hablar de la disponibilidad interior y de la humildad interior.
La humildad que dice en su voz más genuina: estoy vacía/o,
no tengo nada que dar ni decir, soy pobre, muy pobre, de mi no
sale nada; y la disponibilidad que dice: pero aquí estoy,
esperando, tu moción, tu movimiento, esa chispa que me vuelve
a lanzar a la vida. Esto me da paz, esa conciencia de no-poder,
de ser parte de esa energía que viene desde siempre y me
lleva más allá de lo que soy, este vacío de
movimiento y de voluntad.
Y es aquí donde empiezo de nuevo, desde esa paz, distinta/o,
ordenada/o, nueva/o, que se deja llevar por esa sincronicidad cósmica
que nos lleva a todos a más humanidad, a ser más
nosotros, humanos.
Nacimos para eso. . . todos, y cuando digo todos es todos, en una
concepción donde humanidad abarca a todos, a los que tienen
mucho que aprender y a los que aprendieron algo, a los que han
avanzado en el saber y en el hacer y a los que están más
retrasados, a los que aprendieron a utilizar lo aprendido a favor
de la vida y la humanidad y a los que están aprendiendo
o les falta aprender. Fíjense que no utilicé las
palabras: bueno ni malo. Porque los seres humanos no son ni buenos
ni malos, son seres en proceso de aprendizaje. Todos. Hasta el
más sabio y hasta el más ignorante. El día
que comprendamos eso comenzaremos a abrir los espacios para que
haya lugar para todos. Todos somos ignorantes, pobres, vacíos,
pero todos hemos aprendido algo, sentimos que llevamos algo y tenemos
la vida para descubrirlo. Anthony de Mello, en su libros “El
Canto del Pájaro” en página 16, nos dice, justamente,
en el relato que le da el título al libro:
Los
discípulos tenían multitud de preguntas
que hacer acerca de Dios.
Les dijo el Maestro: <Dios es el Desconocido y el Incognoscible.
Cualquier afirmación acerca de Él, cualquier respuesta
a vuestras preguntas no será más que una distorsión
de la Verdad>
Los discípulos quedaron perplejos: <Entonces, ¿porqué hablas
sobre Él?
<¿
Y porqué canta el pájaro?>, respondió el
Maestro.
El pájaro no canta porque tenga una afirmación
que hacer. Canta porque tiene un canto que expresar.
Tomando lo que dice Mello, ese canto lo tenemos todos, lo llevamos
dentro, lo tenemos que expresar. Pero para expresarlo lo tenemos
que escuchar, dejar el espacio, el vacío interno donde el
canto se permita surgir.
BIBLIOGRAFÍA:
EL CANTO DEL PÁJARO – Anthony de Mello – Páginas
16 y 17 – Ed. Sal Terrae - 1982