El
factor humano: la diferencia que hace la diferencia. Estamos convencidos
que la incorporación de tecnología es indispensable para
lograr mejoras en la productividad que hoy nos demanda el mercado, pero
vemos también que el éxito de cualquier emprendimiento
depende principalmente de la flexibilidad y de la capacidad de innovación
que tenga la gente que participe en él.
En realidad nos encontramos ahora con una limitación en el nivel
humano que nos indica que no podemos incorporar solo técnicas
si no vamos produciendo a la par cambios desde el interior de cada uno
de nosotros, si no vamos dotándonos con las actitudes que nos
permitan absorber esta avalancha de innovaciones, nuevas normas, metodologías
y toda suerte de transformaciones.
Permítanme recordar a Einstein cuando dijo “el pensamiento
lógico que nos trajo hasta aquí ya no nos sirve para seguir
adelante” y a Peter Ducker “se terminó el tiempo de
ganar dinero con dinero” y a Lee Iacocca que expresa “La
clave de una gestión acertada no está en la información
sino en la actitud de la gente que en ella participa”.
Lo que hoy se necesita es que todos los miembros de la organización
se desprendan del temor que produce lo desconocido, y se animen a innovar
a partir de un cambio interior, partiendo de una nueva manera de pararse
frente a la realidad y mirar el futuro. La idea es lograr que cada uno
coopere desde su intuición, con su particular capacidad creativa
y su potencial para el logro de las metas y objetivos de la institución.