Todos
los seres humanos que tuvimos que vivir una determinada
cantidad de tiempo, hemos sufrido experiencias
traumáticas, situaciones que alelan el alma. Estas
vivencias, hacen, que se despierte un profundo interés
en descubrir, las razones de esos sufrimientos.
Hemos
podido apreciar a través
de una exhaustiva observación que las causas pueden
ser muchas, razones hay miles, desde echar la culpa a
nuestros antepasados, hasta apelar a excusas absurdas
para atenuar esa
pena. Pero si esa observación se agudiza más
todavía, nos daríamos cuenta de cuanto
tiene que ver la comunicación en todo esto.
La comunicación buena o mala es la esencia de las relaciones
humanas.
Como dice Paul Watzlawick en una de sus máximas “es imposible no
comunicarse”. Porque cuando hay una relación hay comunicación.
Aunque la relación sea mala o este rota existe comunicación. No
contestar el teléfono, no responder una pregunta, no abrir una puerta
también es un mensaje, aquí también hay comunicación.
Estudios sobre el tema determinan que la comunicación en su proceso primario
es analógica y en su proceso secundario es digital.
El profesor Albert Mehrabian realizo una investigación de lo que se arrojan
los siguientes resultados:
93%
Proceso Primario |
55%
analógica (postura, mirada, movimiento de
las manos, etc.) |
38% tono de la voz |
7%
Proceso Secundario |
7% digital ( la palabra) |
Si bien la palabra lleva
solo un porcentaje bastante bajo, como ellas connotan y denotan
tienen su peso. Es tal el peso
que cuando vemos estas diferencias porcentuales recién
empezamos a prestar atención a todo el fenómeno.
En nuestra cultura es común darle mas importancia al
hablante que al oyente.
Trasciende más el hablante que el oyente:
HABLANTE |
¿Qué nos dicen?
(contenido)
¿Cómo
lo dicen? (modo)
¿Dónde lo dicen? (escenario)
¿A
quién lo dicen? (auditorio) |
El
hablante es el eje, y se le resta importancia al oyente ¿cuantas
veces se prepararon discursos preocupados por el contenido
y no se toma en cuenta a quien va dirigido?.
Y la verdad es que “cuando más nos interesamos por el oyente, nosotros
mismos nos volvemos más interesantes” dice M. Nicholsn.
Nuestras experiencias se reproducen en nuestras mentes y de la capacidad de trascender
estas experiencias depende como nos relacionamos con el otro y el mundo que nos
rodea.
La estructuración mental de nuestras experiencias puede ser el cementerio
de nuestra creatividad.
La estructuración mental de las experiencias puede ser la causa de la
alteración creativa de las circunstancias o de la inflexibilidad que lleva
a la gente a estar reñida con el mundo que le rodea.
¿
Por qué nos relacionamos mal?
Desde el inicio de nuestras vidas, estas se desenvuelven
alrededor de la relación con otros.
Como adultos no solo reaccionamos ante el otro real sino también ante
el otro externo ( esto se llama la teoría de la relación del
objeto). El otro externo, el objeto, son las imágenes mentales de otras
personas.
En el presente nos relacionamos con las personas basándonos en experiencias
anteriores. Las relaciones anteriores y las interiores (codificada en el mundo
interior de los objetivos) interactúan en forma circular.
Nicholsn dice que todos somos un poco neuróticos. Eso se debe a que
no superamos totalmente del infantilismo. Se llama infantilismo al desenfreno
emocional y la falta de control.
La forma de superar o de controlar tiene que ver mucho con nuestros padres,
la relación durante la adolescencia. Por eso el abandono del infantilismo
se produce en la adultes.
El lugar donde aprendemos a controlarlo es en la familia. Cuando perdura esta
característica de la personalidad es que somos neuróticos. Nos
comportamos como niños asustados, intimidados no tanto por la realidad
de las otras personas, sino por nuestras imaginadas y exageradas expectativas.
En la mayoría de las Relaciones Humanas, cuando hay un conflicto se
produce un circulo y la conducta se pasa del aplacamiento a la confrontación.
El
primer paso para sanar una relación
rota es comprender el punto de vista del otro y una de las
maneras más efectiva para aumentar la comprensión
es escuchar tanto el contenido como los sentimientos implícitos
de las personas que lo expresan.
Es necesario suponer lo que la otra persona puede estar sintiendo
y después
decirlo de manera que se sienta invitado a explayarse. Hasta que no admitas la
postura del otro, NO es probable que se abra a la tuya. Puede oírte pero
no te escuchará. Por lo general tenemos la costumbre de acomodar nuestra
habla y nuestra escucha al contexto de intercambio, sin siquiera darnos cuenta
de ello.
Cuando
fracasa nuestro intento de hablar y ser escuchados, de escuchar
y oír,
nos sentimos tentados de abandonar y de encerrarnos en nosotros mismos. Mas
de cerca, cuando estamos acorralados en la necesidad de ser
escuchados, o en el
agravio de escuchar a alguien que esta siendo provocador, la objetividad se
esfuma y la emotividad se apodera de nosotros.
La reactividad se origina en la ansiedad y en la necesidad por ser comprendidos.
Como hablante u oyente nos queda dos caminos, o caemos en la reactividad debilitándonos
y tomamos una posición defensiva, o nos fortalecemos y con valentía
intentamos que se ponga en claro la situación.
Es importante que aunque los otros reaccionen como puedan o como quieran, nosotros
aprendemos a ser nosotros mismos, sin reaccionar a las provocaciones, al no permitirnos
expresarnos o cuando no quieren compartir.
Al ser nosotros mismos en poco probable que nos domine la reactividad o la
posición
ofensiva.
Al aprender a resistir la reactividad, automáticamente nos fortalecemos
y transformamos nuestras reacciones.
Cuando se aprende a resistir el impulso de estallar frente a las provocaciones,
se experimenta mas autocontrol y menos agitación. Una vez que aceptamos
que las personas que nos importan son quienes son, se deja de intentar cambiarlas
y se deja de reaccionar de forma exagerada cuando hacen lo que han hecho siempre.
No vamos a cambiar a nuestra familia a la gente que nos rodea, con quienes
nos relacionamos, pero Nosotros Si Podemos Cambiar con relación a ellos.
El error que comete quien pretende (o lo logra) aplacar la reactividad emocional
es confundir su propia abnegación con el freno de sí mismo y la
sinceridad hacia el otro. Aquí ganan los dos la primera hace que ganen
los dos. Los dos actúan para preservar un infeliz equilibrio.
“La única parte que podes cambiar en esta ecuación es la
TUYA”.
Intentar evitar o controlar a la gente no resuelve la reactividad. Para reducir
tu reactividad respeta tu propio derecho a ser tu mismo y el derecho de los otros
a ser ellos mismos.
Los oyentes maduros son responsables de sus propias reacciones.
“ La ansiedad es enemiga de la escucha”
Darle rienda suelta al enfado (aunque este ayuda a preservar
nuestra integridad y nuestra dignidad) no resuelve el problema.
La reacción descontrolada y la acción deliberada
no son buenas.
La emoción no tiene nada de malo y no hay nada de malo
en reprender a alguien si lo queremos hacer. Lo que estropea
el acto de escuchar y nos hace
sentir inmaduros e ineptos es no responder con sensibilidad y perder el control.
Para ser un buen oyente hay que hacerlo con todo el cuerpo. Aunque lo que
se escucha no coincida con lo que piensa el otro. La actitud de escucha genuina
jerarquiza la relación. Lo que nos predispone bien a las necesidades
planteadas por el otro.
“La reacción y la acción están
acordes con la profundidad y seriedad de la comunicación.”
Las
relaciones humanas van desde la simple y playa a la más
profunda y aparentemente complejas, decimos aparentemente compleja
porque cuando más profunda es la comunicación
todo se simplifica o ¿no fuimos testigos de dos personas
que se relaciona muy bien? ¿ No hemos observado la complicidad
de la mirada de dos amigos, dos enamorados o de padres e hijos?.

Bibliografía:
- EL ARTE PERDIDO DE ESCUCHAR -
Michael P. Nichols
- EL VALOR DEL SILENCIO UN MEDIO PARA LA PAZ -
Miguel Armando Garrido
- CURSO: “NEGOCIACIÓN Y MEDIACIÓN PARA SOLUCIONES DE CONFLICTOS
EMPRESARIALES”. Dictante: Magister Miguel A. Garrido
Modulo II: Teoría de la comunicación
Modulo V: Herramientas de la Comunicación
- LAS RELACIONES PERSONALES CLAVE DE LA SALUD -
Bárbara Power