05 de Agosto de 2008 - 21 hs.
Tema: "Imperialismo"

 

Conducido por el Abogado Raúl Arce,  siendo acompañado por los integrantes del Centro de Investigación para la Paz de la Facultad Regional Resistencia, Universidad Tecnológica Nacional,  Srta. Anabella Orcolla, Licenciada Eugenia Itatí Garay, Odontóloga Emy Arduña, Sr. Fredy Eiman,  Abogada Teresita Abelenda, Prof. Rubén Darío Borda,  y  Magíster  Miguel Armando Garrido.

Operador: Guillermo Aguilar
Selección Musical: Abogado Raúl Arce

Temas: Imperialismo

El tema ha sido tratado siguiendo los lineamientos de la Enciclopedia de Paz y Conflictos, dirigido por el Dr. Mario López Martinez, del Instituto de Paz y Conflictos de la Universidad de Granada, España, autor de la Voz: Jorge Hurtado Jordá

¿QUÉ ES EL IMPERIALISMO?
Imperialismo no es un concepto fácil de definir en la medida en que involucra dimensiones económicas, políticas, sociales/culturales y militares.
- En un Sentido Genérico:
Así, en un sentido genérico, Imperialismo alude a cualquier forma de expansión Violenta de ciertos Estados contra otros, a los que tratan de dominar mediante el uso de la fuerza y/o ejerciendo un control político más o menos directo. Los Imperios, de hecho, fueron la “forma fuerte” de los Sistemas Sociales, al menos hasta aproximadamente el año 1500 después de Cristo. Se caracterizaban por ser vastas estructuras políticas que englobaban una gran variedad de pautas culturales y cuya
lógica básica consistía en la extracción de tributos y en su redistribución estratificada.
- En un Sentido Restringido:
En un sentido más restringido, sin embargo, el Imperialismo se refiere a aquellos Fenómenos de explotación Económica, dominación Político/militar y alienación Cultural inducida, concomitantes al último período de expansión de la Economía-Mundo  Europea entre 1850 y 1900, a los Conflictos de las Potencias Imperialistas Europeas entre sí, y a los referidos al reparto de los territorios a incorporar a las respectivas zonas de influencia.

EL TERMINO IMPERIALISTA
El término IMPERIALISTA, de hecho, parece que fue acuñado para designar a los partidarios del Imperio Napoleónico, como arma Político/Ideológica arrojadiza de Inglaterra contra Francia, si bien hacia el 1900 podemos considerar que el conjunto del planeta participa ya en una única división del trabajo dominada por los viejos CENTROS metropolitanos, las Socioeconomías de más antigua industrialización. Y es también en este período cuando el Imperialismo empieza a ser identificado como una especie de fase superior del CAPITALISMO que, en razón de su dinámica interna y de la concentración y centralización de capital alcanzada, requiere para su expansión la superación de los marcos nacionales y el control de las materias primas y de los mercados a escala mundial, incluyendo la posibilidad de obtener mano de obra extraordinariamente barata, que trabaja en condiciones de semiesclavitud y cuyos bajos  salarios sólo son explicables en la medida en que los ingresos monetarios sólo
constituyen una parte menor de los medios necesarios para su subsistencia. En otros términos, más que mercados potenciales, las colonias, que, a fines del Siglo XIX, representan más del 80% de la superficie del Globo, aseguran el suministro de materias primas y productos primarios esenciales y, sobre todo, constituyen una reserva inagotable de fuerza de trabajo de muy bajo coste en el momento en que, con la Segunda Revolución Industrial, empieza a crecer sustancialmente en los Centros Metropolitanos la asalarización –es decir, la dependencia cada vez más exclusiva de rentas salariales para la supervivencia-, que es la modalidad de trabajo más costosa y la que proporciona mayores oportunidades de Politización Estructural.

INFLUENCIA DE UN CAPITALISMO GLOBAL
A fines del Siglo XIX, pues, el Capitalismo se hace coextensivo con el Planeta, es decir, se convierte ya entonces en un Capitalismo verdaderamente GLOBAL, con la incorporación de las áreas que todavía no habían sido incluidas en una única división del trabajo: Asía del Este y del Sudeste, y las zonas de África y de Oceanía que aún no habían sido “descubiertas”. Es importante, sin embargo, hacer notar que, antes de la tercera gran expansión Europea en la segunda mitad del XIX, se habían producido dos grandes Movimientos en la Geografía de la GLOBALIZACIÓN.
El primero, entre 1450 y 1650, incluyó a gran parte de Europa, pero no a Rusia ni al Imperio Otomano, y a algunas partes de América y de Asía.
El segundo, entre 1750 y 1850 , fue el momento de la verdadera expansión, con la incorporación de Rusia y el Imperio Otomano, el Sur y el Sudeste Asiático (India, Indochina), amplias áreas de África Occidental y el resto de América. Es decir, cadenas transnacionales de mercancías existían ya, el meno, desde el Siglo XV, y dichas cadenas son Globales desde fines del XIX, por más que las Tecnologías hayan propiciado una constante comprensión del tiempo y del espacio.
O, en otros términos, desde el Siglo XV puede hablarse de un único espacio de acción social caracterizado por una única división social del trabajo, un sistema interestatal compuesto por los así llamados Estados Soberanos, y múltiples sistemas culturales, y la GLOBALIZACIÓN no es un hecho que surja EX NOVO en los años 80 ó 90 del Siglo XX, sino una realidad consolidada a principios del mismo y, en cierto modo, un gigantesco trampantojo y una fórmula eufemística para la rehabilitación moral del viejo imperialismo o del POSTCOLONIALISMO.

¿CÓMO SE LEGITIMA ESTE SISTEMA QUE, HASTA EL PRESENTE, HA LOGRADO UN ALTO GRADO DE INTEGRACIÓN TRANSNACIONAL EN CONTRASTE CON LA DESINTEGRACIÓN NACIONAL DE LAS SOCIEDADES PERIFÉRICAS?
Se legitima, PRIMERO, porque el CAPITALISMO postula una separación entre Subsistema Económico y el Político que, en realidad, oculta el decisivo papel de los Estados en la Economía-Mundo Capitalista, como el Imperialismo SENSU STRICTU atestigua fehacientemente. En realidad, sin embargo, existe una relación constante y sistemática entre Estado y capital, por una parte, y, por otra, entre País Central o Desarrollado y Estado fuerte, y País Periférico o Subdesarrollado y Estado débil, siempre que entendamos por poder no la afirmación simbólica de una Teórica autoridad ilimitada, sino el éxito económica. La función económica del Estado como institución en la Economía-Mundo Capitalista, de hecho, consiste en “reducir” la libertad de mercado, aunque en un sentido diferente al que habitualmente se le imputa. Los Estados distorsionan, en efecto, las transacciones económicas en el mercado, a través de múltiples vías: mediante restricciones legales al comercio, por ejemplo, las que afectan a las exportaciones  de productos agrícolas del Tercer Mundo; a través de subsidios directos o indirectos, como las subvenciones, las desgravaciones fiscales, las ayudas a la exportación, los precios garantizados y otros mecanismos con similares funciones; asumiendo los costes de las infraestructuras físicas o humanas, bien sean de comunicación o telecomunicación, o los gastos fabulosos en Educación; actuando como grandes clientes en sus mercados nacionales; reparando los daños Ecológicos que la externalización de costes genera; o presionando a Estados más débiles para que no confieran ventajas a los Capitales del propio Estado, o para que autolimiten  sus ventajas, o incluso para que las concedan a los Capitales del Estado fuerte que presiona a favor de los mismos. En otros términos, los grandes beneficios sólo son posibles mediante la creación de Monopolios relativos, y los Monopolios relativos sólo pueden ser garantizados por los Estados, a través de restricciones al libre mercado o de acciones que incrementan la eficiencia y las ventajas de los Capitales Nacionales. La existencia, además, de múltiples Estados en un único Sistema Interestatal jerárquicamente organizado permite a los emprendedores, sobre todo a los más grandes, eludir las presiones del propio Estado, bien buscando el patrocinio de otros Estados, bien usando las ventajas que unos proporcionan para soslayar las regulaciones impuestas por otros, en una situación en la que la libre movilidad de capitales, mercancías, tecnología e información, contrasta con la inmovilidad de la fuerza de trabajo.
Ahora bien, esa capacidad efectiva de los Estados para interferir en el flujo de los factores productivos proporciona la base Política para la estratificación Mundial en CENTROS, PERIFERIAS Y SEMIPERIFERIAS, y para la división estructural del trabajo. Determinadas circunstancias normales del mercado pueden, así, explicar las tendencias iniciales a la especialización, por ejemplo, en productos primarios frente a bienes manufactureros, o en vino portugués frente a textiles ingleses, para seguir con el ejemplo clásico. Pero dichas “ventajas comparativas” sociohistóricas son impuestas, amplificadas y solidificadas por el Sistema de Estados, y sólo a través de un recurso constante a la presión Política y a la guerra ha podido consolidarse un sistema que, hasta el presente, ha propiciado una polarización social entre clases y regiones inédita en la Historia, suavizada por las renovaciones sucesivas de “milagros económicos”, una y otra vez seguidos de fracasos relativos o absolutos.
No es extraño, así, que la legitimación del Capitalismo fuera baja antes de (e incluso durante) el Siglo XIX en los Países avanzados, y que haya permanecido baja en los Países Subdesarrollados durante el pasado Siglo XX. Desde la segunda mitad del Siglo XIX, sin embargo, las viejas “clases peligrosas” de los Países avanzados fueron paulatinamente invitadas a participar  en los beneficios del Sistema, una vez que tras la Revolución de 1848 se mostraron verdaderamente peligrosas.
Los instrumentos de dicha progresiva integración de la Sociedad Civil en el Estado fueron: el Desarrollo paulatino de la Democracia, que sólo será ampliada y duradera tras la Segunda Guerra Mundial; de las Políticas de Bienestar, que se inician en este período; y de un cierto nacionalismo económico como ideología del Desarrollo, cuyo agente regular serán los Estados. Entre las iniciales concesiones (el WELFARE, las Políticas de Bienestar) y las Guerras Imperialistas y de Conquista (el WARFARE) emprendidas por las metrópolis hubo, sin embargo, un vínculo más que explícito. Fueron las ventajas obtenidas por el pillaje de las Colonias y el INTERCAMBIO DESIGUAL instituido posteriormente los que permitieron una cierta redistribución de los beneficios entre las clases medias y una emergente aristocracia laboral (ARISTOCRACIA OBRERA) de los Países avanzados, que Lenin identificó con precisión como un rasgo novedoso del Imperialismo.
El control del descontento a través de la fuerza cedió, así paulatinamente el paso al control mediante la decepción y las concesiones. El coste, sin embargo, de la decepción y de las concesiones fue la progresiva pérdida del inicial INTERNACIONALISMO proletario, una supuesta clase apátrida que no tenía que perder más que sus cadenas frente a sus burguesías nacionales, y la difusión de una RACISMO Imperialista y NACIONALISTA que, desde entonces, impregnó a las mismas clases populares, arrastrándolas a la conquista y a la guerra. La etnificación de la fuerza de trabajo y el racismo Imperialista en el CAPITALISMO no alude, además, ya a una distinción moral y política entre los miembros de un grupo y los “otros” despreciados y/o temidos, pero mantenidos en el exterior del Sistema, sino a una estructura institucional que da cuenta de la división del trabajo en el interior de la Economía Mundial, y que se traduce en estructuras productivas y costes salariales diferenciados espacial, y sobre todo, Culturalmente. Por una de esas argucias de la Historia, finalmente, mientras que la gente común permanece hoy adherida a los lugares de su experiencia concreta, las diversas variedades de la burguesía, incluyendo a las burguesías asalariadas flexibles, multicualificadas y polivalentes, proclaman un nuevo cosmopolitismo indiferente a la suerte de su grupo nacional de referencia.

VIOLENCIA EXPLÍCITA
Como previó Joseph A. Schumpeter, la Violación Explícita y la guerra ya no son necesariamente los instrumentos del Capitalismo en su fase Imperialista, cuando el comercio seguía a la espada.
Hoy la Economía es la continuidad de la guerra por otros medios: es Geoeconomía.
La guerra, sin embargo, escribió Paul Krugman, es el único Programa de Obras Públicas que no repugna a los Conservadores y, como la experiencia de la última década muestra, no es en absoluto descartable, aunque el desorden inherente a la guerra dificulta el seguimiento fiable de las situaciones de mercado y conduce a una caprichosa destrucción de propiedades.
La Violencia Imperialista, sin embargo, no se oculta hoy tras las banderas; se inscribe en las abstractas reglas de una Economía que promete rigor sin esperanzas.

Véase también: Colonialismo, Derecho a la Autodeterminación de los Pueblos, Globalización, Neocolonialismo.   

“Necesidades, Intereses y Objetivos motivan y movilizan a las Personas y a los grupos y explican el surgimiento de muchas de las Dinámicas Sociales y la mayoría de los conflictos con los que nos enfrentamos, ya que los presupuestos de partida nos llevarán a entenderlos de una u otra forma.”       
Manual de Paz y Conflictos. Beatriz Molina Rueda y Francisco A. Muñoz.(eds.).

                                   
                                   

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Diseño: Ing. Jane García - VGM
Trabajo Donado al Centro de Investigación para la Paz.

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