22 de Abril de 2008 - 21 hs.
Tema: "Guerra de los Treinta Años"

 

Conducido por el Abogado Raúl Arce, siendo acompañado por los integrantes del Centro de Investigación para la Paz de la Facultad Regional Resistencia, Universidad Tecnológica Nacional, Srta. Anabella Orcolla, Licenciada Eugenia Itatí Garay, Odontóloga Emy Arduña, Abogada Teresita Abelenda, Prof. Rubén Darío Borda, y Magíster Miguel Armando Garrido.

Operador: Guillermo Aguilar
Selección Musical: Abogado Raúl Arce

Temas: Guerra de los Treinta Años

El tema ha sido tratado siguiendo los lineamientos de la Enciclopedia de Paz y Conflictos, dirigido por el Dr. Mario López Martinez, del Instituto de Paz y Conflictos de la Universidad de Granada, España, autor de la Voz: Eduardo Enríquez del Árbol.

CONTIENDAS POLÍTICAS Y RELIGIOSAS
A fines del Siglo XVI las contiendas Políticas y Religiosas parecían haber llegado a su fin tras la entronización de Enrique IV en Francia y la estabilidad de la situación Alemana.
El Occidente de Europa parecía tender al compromiso. Fue un momento en que las Relaciones Internacionales, bien por cansancio, por agotamiento, o por falta de espíritus agresivos , crean un clima de Paz que se prolongaría hasta 1618. No nos interesa traer aquí la cuestión de si era sentido en el fondo de la generación o era un puro arbitrio de coyuntura o un “período de contracción” el que, en realidad, determinaba las actitudes.
Sin embargo, persistían los grandes problemas planteados en Europa en el primer tercio del Siglo XVII, arrastrados desde el Siglo precedente, fundamentalmente debidos a la División Religiosa y al Equilibrio Político que habían colocado a los Europeos en dos bandos antagónicos. Conviene recordarlos esquemáticamente:

La División Alemana que emerge por el GRAVE CONFLICTO RELIGIOSO, había perturbado la Paz del Reich con la Doctrina Luterana y sus Sectas y después con la Doctrina “Reformada” (Calvinista). Todos los intentos para poner fin a las disputas teológicas resultaron, a la postre, fallidos. Durante el Siglo XVI tras numerosos acontecimientos de todo tipo se llegó a la Paz de Augsburgo que tuvo enorme importancia y sirvió –a pesar de la separación de las dos Alemanias- para la convivencia de las distintas confesiones.
En la Dieta de Augsburgo de 1955 se había firmado una Paz duradera entre la autoridad imperial y los estamentos de la Dieta (dividida entre Católicos y Protestantes), que dio paso a la Paz Religioso de Augsburgo 25 de Septiembre). Esta concedía a los Protestantes adheridos a la llamada CONFESSIO AUGUSTIANA de 1530 (Luterana) la mayoría de sus reivindicaciones en tres aspectos:
- el Político: reconocimiento de la situación de los Evangelistas:
- el Territorial: reconocimiento de la propiedad secularizada a los Príncipes de la Iglesia por el Tratado de Nassau (la RESERVA ECLESIÁSTICA o Reservatum Ecclesiasticum) y
- el Religioso: el IUS REFORMANDI o el Derecho del Príncipe a abrazar una u otra Confesión Religiosa pero la misma habían de adoptar los súbditos (CUJUS REGIO EJUS RELIGIO) o exiliarse.

Pensando en los ánimos encrespados de los contrincantes y en la impotencia con que a veces se asistían a los desmanes de unos y otros, en realidad, podía considerarse una inestable STATU QUO que fácilmente podría ser modificado en cuanto cambiasen las circunstancias personales o materiales de cualquiera de los bandos. Esta situación hacia 1618, de componenda y equilibrio, había cambiado radicalmente por tres motivos fundamentales:
1.- De un lado, el nuevo impulso que la Iglesia de Roma y algunos Estados Católicos después del Concilio de Trento habían dado a la labor de recuperación del terreno perdido con la Reforma. Era la batalla de una recatolización – aspiraciones maximalistas- que había emprendido la Contrarreforma dirigida principalmente por los Jesuitas y cuyo territorio más apremiante a reconquistar, si se me permite el usar este término, era la misma Alemania, en donde se habían dado grandes progresos sostenidos por algunos de los dirigentes Católicos (Fernando de Estiria y Maximiliano de Baviera).
2.- Por otro lado, los principies protestantes reivindicaban su autonomía apelando a antiguas libertades germánicas y buscaban una defensa eficaz, manteniendo al menos el equilibrio que hasta entonces les había permitido gozar de sus territorios, de su bienes arrebatados a los Católicos y de su independencia DE FACTO, al igual que la reivindicación por los calvinistas establecidos en el Imperio, de tener los mismos Derechos que los Luteranos.
3.- Un punto crucial era la Secularización de los Bienes Católicos que se había efectuado posteriormente a los paces de Passau y Augsburgo y que podían ser reclamados legalmente. En el ámbito exterior la posibilidad de recibir ayudas de otros Países protestantes era mucho más factibles que en el Siglo anterior.

LA LUCHA ESTA DETERMINADA POR LA EXPANSIÓN DEL PROTESTANTISMO O LA CONTENCIÓN DE LA REFORMA POR LAS POTENCIAS CATÓLICAS
Se va plantear de nuevo una CONTIENDA RELIGIOSA que tiene fuertes vinculaciones Económicas y adquiere ahora un nuevo sentido cuando los dirigentes que acceden al poder intentan cambiar el STATUS QUO existente: la lucha está determinada por la expansión del Protestantismo o la Contención de la Reforma por las Potencias Católicas.
En Alemania, la victoria o el fracaso de la Contrarreforma suponía, en el primer caso, la estructura definitiva del Estado de los Habsburgo con el triunfo de las ideas monárquicas y centralizadoras por parte de éstos en el Reich Alemán; en el segundo caso, con la división desigual y la autonomía descentralizada de los pequeños Estados.
Se va a plantear también una contienda política, estrechamente ligada a la anterior:
- Desde el punto de vista del Reich Alemán la situación no había mejorado desde la Edad Media: continuaba siendo un inmenso conglomerado compuesto de una multitud de Estados, estallidos y ciudades libres (unos 350 al comienzo de la Edad Moderna) que si bien se presentaba como la máxima instancia de la autoridad temporal en la Europa Medieval, era un gigante aparente con los pies de barro. Ninguno de los Estados más importantes que lo componían había podido realizar la obra de unificación que habían llevado a cabo las potencias Occidentales en sus respectivos territorios.
- En segundo lugar, la lucha entre Francia y España, vista del lado francés como política defensiva para evitar el temido cerco de la Casa de Austria, y ante este peligro jugará un papel decisivo y decisorio en la contienda. Desde el lado español, la política agresiva del Conde Duque de Olivares en pro del Catolicismo y de la obra rama de los Habsburgos se justifica para cimentar la hegemonía Española y combatir la oposición Francesa.
- En este mismo sentido, la hegemonía en el Báltico que se disputaban Suecia y Dinamarca, por la cuestión de los peajes de Sund, que retenía esta última y las miras hegemónicas de Suecia en las costas bálticas de Polonia y Lituania.
- A todo ello habría que añadir el peligro turco y la rivalidad colonial entre las potencias marítimas de Holanda, Inglaterra, España, Portugal y Francia.

¿QUÉ SIGNIFICÓ LA GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS?
Sobre la Guerra de los Treinta Años, que se estudia en sus cuatro períodos que la historiografía ha consagrado, bástenos decir que el período bélico está plagado de intrigas, intereses personales por encima de los valores nacionales (caso de Maximiliano o del mismo Wallenstein), de temores y rencillas tanto en un bando como en otro, mientras el País quedaba arrasado por los desórdenes, el pillaje, el hambre y las epidemias, en un estado de desolación y miseria jamás visto.
Todos anhelaban la Paz. Un renovado triunfo de los imperialistas dio paso a la Paz de Praga, que garantizaba la propiedad de los bienes usurpados por los Protestantes desde la tregua de Passau, concediendo a los disidentes el usufructo durante cuarenta años de los bienes que habían secularizado.
Francia, por último, viendo perdida la causa protestante y ante el peligro del predominio de Austria, decide entrar abiertamente en la contienda, inclinando la balanza a favor de los protestantes. Desde 1635 en que interviene Richelieu hasta la Paz de Westfalia de 1645 se puede llamar ya plenamente una Guerra Global Europea. Algunos historiadores la denominan también la Primera Guerra Civil Europea.

Véase también: Paz Negativa, Prisioneros de Guerra.

“…. en lo que respecta a la Ciencia más aplicada y al Desarrollo de nuevas Tecnologías, el criterio de Promover la Paz y reducir la violencia proporciona, creemos, un principio normativo que, aunque flexible y bastante genérico, impone serias restricciones a lo admisible en la política científico-tecnológica”.
Manual de Paz y Conflictos. Beatriz Molina Rueda y Francisco A. Muñoz. (eds.)

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Trabajo Donado al Centro de Investigación para la Paz.

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