Conducido por el Abogado Raúl Arce, siendo
acompañado por los integrantes del Centro de Investigación
para la Paz de la Facultad Regional Resistencia, Universidad Tecnológica
Nacional, Srta. Anabella Orcolla, Licenciada Eugenia Itatí
Garay, Odontóloga Emy Arduña, Abogada Teresita Abelenda,
Prof. Rubén Darío Borda, y Magíster Miguel
Armando Garrido.
Operador: Guillermo Aguilar
Selección Musical: Abogado Raúl Arce
Temas: Guerra de los Treinta Años
El tema ha sido tratado siguiendo los lineamientos
de la Enciclopedia de Paz y Conflictos, dirigido por el Dr. Mario
López Martinez, del Instituto de Paz y Conflictos de la
Universidad de Granada, España, autor de la Voz: Eduardo
Enríquez del Árbol.
CONTIENDAS POLÍTICAS Y RELIGIOSAS
A fines del Siglo XVI las contiendas Políticas y Religiosas
parecían haber llegado a su fin tras la entronización
de Enrique IV en Francia y la estabilidad de la situación
Alemana.
El Occidente de Europa parecía tender al compromiso. Fue
un momento en que las Relaciones Internacionales, bien por cansancio,
por agotamiento, o por falta de espíritus agresivos , crean
un clima de Paz que se prolongaría hasta 1618. No nos interesa
traer aquí la cuestión de si era sentido en el fondo
de la generación o era un puro arbitrio de coyuntura o
un “período de contracción” el que,
en realidad, determinaba las actitudes.
Sin embargo, persistían los grandes problemas planteados
en Europa en el primer tercio del Siglo XVII, arrastrados desde
el Siglo precedente, fundamentalmente debidos a la División
Religiosa y al Equilibrio Político que habían colocado
a los Europeos en dos bandos antagónicos. Conviene recordarlos
esquemáticamente:
La División Alemana que emerge por el
GRAVE CONFLICTO RELIGIOSO, había perturbado la Paz del
Reich con la Doctrina Luterana y sus Sectas y después con
la Doctrina “Reformada” (Calvinista). Todos los intentos
para poner fin a las disputas teológicas resultaron, a
la postre, fallidos. Durante el Siglo XVI tras numerosos acontecimientos
de todo tipo se llegó a la Paz de Augsburgo que tuvo enorme
importancia y sirvió –a pesar de la separación
de las dos Alemanias- para la convivencia de las distintas confesiones.
En la Dieta de Augsburgo de 1955 se había firmado una Paz
duradera entre la autoridad imperial y los estamentos de la Dieta
(dividida entre Católicos y Protestantes), que dio paso
a la Paz Religioso de Augsburgo 25 de Septiembre). Esta concedía
a los Protestantes adheridos a la llamada CONFESSIO AUGUSTIANA
de 1530 (Luterana) la mayoría de sus reivindicaciones en
tres aspectos:
- el Político: reconocimiento de la situación de
los Evangelistas:
- el Territorial: reconocimiento de la propiedad secularizada
a los Príncipes de la Iglesia por el Tratado de Nassau
(la RESERVA ECLESIÁSTICA o Reservatum Ecclesiasticum) y
- el Religioso: el IUS REFORMANDI o el Derecho del Príncipe
a abrazar una u otra Confesión Religiosa pero la misma
habían de adoptar los súbditos (CUJUS REGIO EJUS
RELIGIO) o exiliarse.
Pensando en los ánimos encrespados de
los contrincantes y en la impotencia con que a veces se asistían
a los desmanes de unos y otros, en realidad, podía considerarse
una inestable STATU QUO que fácilmente podría ser
modificado en cuanto cambiasen las circunstancias personales o
materiales de cualquiera de los bandos. Esta situación
hacia 1618, de componenda y equilibrio, había cambiado
radicalmente por tres motivos fundamentales:
1.- De un lado, el nuevo impulso que la Iglesia de Roma y algunos
Estados Católicos después del Concilio de Trento
habían dado a la labor de recuperación del terreno
perdido con la Reforma. Era la batalla de una recatolización
– aspiraciones maximalistas- que había emprendido
la Contrarreforma dirigida principalmente por los Jesuitas y cuyo
territorio más apremiante a reconquistar, si se me permite
el usar este término, era la misma Alemania, en donde se
habían dado grandes progresos sostenidos por algunos de
los dirigentes Católicos (Fernando de Estiria y Maximiliano
de Baviera).
2.- Por otro lado, los principies protestantes reivindicaban su
autonomía apelando a antiguas libertades germánicas
y buscaban una defensa eficaz, manteniendo al menos el equilibrio
que hasta entonces les había permitido gozar de sus territorios,
de su bienes arrebatados a los Católicos y de su independencia
DE FACTO, al igual que la reivindicación por los calvinistas
establecidos en el Imperio, de tener los mismos Derechos que los
Luteranos.
3.- Un punto crucial era la Secularización de los Bienes
Católicos que se había efectuado posteriormente
a los paces de Passau y Augsburgo y que podían ser reclamados
legalmente. En el ámbito exterior la posibilidad de recibir
ayudas de otros Países protestantes era mucho más
factibles que en el Siglo anterior.
LA LUCHA ESTA DETERMINADA POR LA EXPANSIÓN
DEL PROTESTANTISMO O LA CONTENCIÓN DE LA REFORMA POR LAS
POTENCIAS CATÓLICAS
Se va plantear de nuevo una CONTIENDA RELIGIOSA que tiene fuertes
vinculaciones Económicas y adquiere ahora un nuevo sentido
cuando los dirigentes que acceden al poder intentan cambiar el
STATUS QUO existente: la lucha está determinada por la
expansión del Protestantismo o la Contención de
la Reforma por las Potencias Católicas.
En Alemania, la victoria o el fracaso de la Contrarreforma suponía,
en el primer caso, la estructura definitiva del Estado de los
Habsburgo con el triunfo de las ideas monárquicas y centralizadoras
por parte de éstos en el Reich Alemán; en el segundo
caso, con la división desigual y la autonomía descentralizada
de los pequeños Estados.
Se va a plantear también una contienda política,
estrechamente ligada a la anterior:
- Desde el punto de vista del Reich Alemán la situación
no había mejorado desde la Edad Media: continuaba siendo
un inmenso conglomerado compuesto de una multitud de Estados,
estallidos y ciudades libres (unos 350 al comienzo de la Edad
Moderna) que si bien se presentaba como la máxima instancia
de la autoridad temporal en la Europa Medieval, era un gigante
aparente con los pies de barro. Ninguno de los Estados más
importantes que lo componían había podido realizar
la obra de unificación que habían llevado a cabo
las potencias Occidentales en sus respectivos territorios.
- En segundo lugar, la lucha entre Francia y España, vista
del lado francés como política defensiva para evitar
el temido cerco de la Casa de Austria, y ante este peligro jugará
un papel decisivo y decisorio en la contienda. Desde el lado español,
la política agresiva del Conde Duque de Olivares en pro
del Catolicismo y de la obra rama de los Habsburgos se justifica
para cimentar la hegemonía Española y combatir la
oposición Francesa.
- En este mismo sentido, la hegemonía en el Báltico
que se disputaban Suecia y Dinamarca, por la cuestión de
los peajes de Sund, que retenía esta última y las
miras hegemónicas de Suecia en las costas bálticas
de Polonia y Lituania.
- A todo ello habría que añadir el peligro turco
y la rivalidad colonial entre las potencias marítimas de
Holanda, Inglaterra, España, Portugal y Francia.
¿QUÉ SIGNIFICÓ LA GUERRA
DE LOS TREINTA AÑOS?
Sobre la Guerra de los Treinta Años, que se estudia en
sus cuatro períodos que la historiografía ha consagrado,
bástenos decir que el período bélico está
plagado de intrigas, intereses personales por encima de los valores
nacionales (caso de Maximiliano o del mismo Wallenstein), de temores
y rencillas tanto en un bando como en otro, mientras el País
quedaba arrasado por los desórdenes, el pillaje, el hambre
y las epidemias, en un estado de desolación y miseria jamás
visto.
Todos anhelaban la Paz. Un renovado triunfo de los imperialistas
dio paso a la Paz de Praga, que garantizaba la propiedad de los
bienes usurpados por los Protestantes desde la tregua de Passau,
concediendo a los disidentes el usufructo durante cuarenta años
de los bienes que habían secularizado.
Francia, por último, viendo perdida la causa protestante
y ante el peligro del predominio de Austria, decide entrar abiertamente
en la contienda, inclinando la balanza a favor de los protestantes.
Desde 1635 en que interviene Richelieu hasta la Paz de Westfalia
de 1645 se puede llamar ya plenamente una Guerra Global Europea.
Algunos historiadores la denominan también la Primera Guerra
Civil Europea.
Véase también: Paz Negativa, Prisioneros
de Guerra.
“…. en lo que respecta a
la Ciencia más aplicada y al Desarrollo de nuevas Tecnologías,
el criterio de Promover la Paz y reducir la violencia proporciona,
creemos, un principio normativo que, aunque flexible y bastante
genérico, impone serias restricciones a lo admisible en
la política científico-tecnológica”.
Manual de Paz y Conflictos. Beatriz Molina Rueda y Francisco A.
Muñoz. (eds.)