"Cultura de Violencia y Cultura de Paz"

 

Apuntes sobre cultura de violencia y cultura de paz


Isabel Aguilar Umaña

Acostumbrados a deambular en una sociedad que nos ha heredado una convivencia bajo
estructuras generales e individuales de violencia, los seres humanos hemos perdido la
capacidad de asombro. Ésta se sustituye, más bien, por el viejo recurso del morbo, al
que se acude cuando las manifestaciones de violencia llegan a transgredir los límites de
lo imaginado, o bien, cuando los medios de comunicación se encargan de reforzar y,
casi, casi, de bombardear con información que de una u otra forma mueva la conciencia
de las sociedades hacia determinados fines. Y sin embargo, la violencia se encuentra no
sólo en sus manifestaciones más agudas o visibles (destrucción masiva, guerra,
asesinatos, genocidio, atentados terroristas), sino está también arraigada en la
convivencia cotidiana de los seres humanos y las colectividades.
Puede decirse, entonces, que la violencia, en sus formas más cotidianas, permanece
invisibilizada y tiende a no asombrarnos. Puede decirse que hasta nos parece normal,
pues nos hemos acostumbrado tanto a ella que permanecemos incólumes e indiferentes
cuando los niños juegan a asesinarse mutuamente, cuando un ladrón es vapuleado hasta
el cansancio como consecuencia del delito cometido, o cuando una mujer es violentada
por su esposo en aras de la dominación y el machismo.
La violencia se encuentra tan arraigada que el miedo natural que provoca se ha
convertido en indiferencia. Ésta es como una especie de mecanismo de defensa
internalizado, también, en nuestros patrones culturales.
Así pues, la relación violencia-miedo-indiferencia se encuentra tan afincada en nuestras
maneras de ser y existir, que son muy pocas las personas que la advierten, y por ende, la
cuestionan o ponen en evidencia sus motivaciones más íntimas.
La violencia se produce y es generadora de todo un ciclo que deviene en consecuencias
de destrucción, abandono, desarraigo, frustración, miedo, apatía y, en el más agudo de
los casos, muerte. Pareciera ser como una serpiente que se muerde la cola y despliega
una espiral de más violencia y dolor.
Históricamente, la violencia y el miedo internalizados se han cernido sobre sociedades
como la guatemalteca, instaurando entonces una cultura que en ocasiones no ha sido
sino una cultura de terror, el cual ha generado una sombra de miedo que, pese a notables
adelantos en el camino hacia la construcción de la paz, pervive hasta la fecha. La
conciencia de dicha sombra es la conciencia frente a tanta realidad enajenante.
Bajo este paraguas nos movemos, pero es otra sombra, la sombra del futuro, la que nos
lleva a imaginar utopías posibles. Éstas tienen un carácter anticipatorio y marcan un
derrotero en el que, la lucha por los derechos humanos plantea, hoy por hoy, una agenda
a seguir.
Más o menos concientes de las sombras del pasado y el futuro, resulta frecuente
escuchar que en la actualidad vivimos inmersos en una cultura de violencia. A menudo,
sin embargo, no se explicitan los conceptos que queremos manifestar a través de estos
términos. Es entonces legítimo el cuestionamiento acerca de los términos mismos,así
como acerca de las relaciones que éstos establecen con palabras como discriminación,
tolerancia, conflicto, cultura del conflicto y, finalmente, cultura de paz.

 
Si desea visualizar el Archivo
en formato PDF,
haga >>CLIK AQUI<< (128 KB)

Diseño: Ing. Jane García - VGM
Trabajo Donado al Centro de Investigación para la Paz.

  © 2003. Todos los Derechos Reservados
Mejores resultados en 800 x 600